En muchas ocasiones, la formación periódica o de reciclaje, que debería ser una herramienta eficaz para la consolidación y actualización de conocimientos prácticos en seguridad y salud, termina convirtiéndose en un trámite periódico que se hace difícil de “vender” tanto a las personas a las que va a ir dirigido como a las cadenas de mando. ¿Cómo podríamos optimizarla?
El estado de la formación de reciclaje o periódica en la actualidad
El artículo 19 de la LPRL, recoge que el principal objetivo de la formación periódica, es que, como formación de reciclaje, se adapte a la evolución de los riesgos presentes y a la aparición de nuevos. Por ello, la necesidad de realizar dicha formación vendría marcada por la modificación y/o ampliación de la evaluación de riesgos a través de sus revisiones. Por tanto, dicha formación tiene la función de permitir a las empresas actualizar los conocimientos y competencias de las personas afectadas por estos cambios, para mejorar el reconocimiento de los peligros presentes en su entorno de trabajo y el control de los riesgos a los que dichas personas se enfrentan.
Además, el mencionado artículo de la LPRL, nos indica que la formación debe repetirse de forma periódica cuando sea necesario. En este punto es donde se presenta la primera incógnita a resolver por las empresas, y a justificar por el departamento de seguridad y salud, que no es otra que la determinación de cuándo es necesario “repetir” la formación.
Por un lado, sectores de actividad, como la construcción o el metal, han interpretado lo anterior y han recogido en su convenio formaciones específicas y regladas para las distintas profesiones “sometiendo” a sus trabajadores a cursos periódicos en los que, en muchas ocasiones, se repiten los mismos contenidos cada cierto tiempo.
Por otro lado, muchas empresas, de manera individual, proponen como norma general, a veces derivadas de los requerimientos de auditores o de empresas clientes, repetir la formación en seguridad y salud cada x años y a toda la plantilla, estableciendo como único criterio para ello la periodicidad. De esta forma se cometen los errores de no sectorizar por necesidades de los propios perfiles dentro de la empresa y de no analizar adecuadamente las necesidades reales de formación, perdiendo de esta manera parte de la efectividad de dichas acciones para la mejora de la seguridad y la salud en la empresa.
En estos casos es fácil caer en el error de convertir la formación en un fin en sí misma y no en una herramienta para la mejora de la seguridad y salud de las personas trabajadoras.
Además, si no somos capaces de adaptarla a las necesidades reales de nuestra plantilla y repetimos los mismos contenidos presentados de la misma forma una y otra vez corremos el riesgo de que las personas usuarias, en este caso nuestra plantilla, pierdan interés, convirtiendo a la formación de reciclaje en agente desmotivador de la seguridad y salud.
La formación como elemento dinamizador y creador de sinergias en seguridad y salud
Como todos sabemos, la formación en seguridad y salud, aparte de dotarnos de conocimientos necesarios para conocer los riesgos a los que nos exponemos y desempeñar tareas de modo seguro, es el elemento primordial para realizar cambios en las actitudes de las personas, cuestión clave en nuestro ámbito.
Si utilizamos la formación periódica o de reciclaje para, tal y como marca la legislación, mejorar y actualizar las competencias de las personas ante riesgos nuevos o no controlados adecuadamente, queda claro que el cambio de actitudes debería jugar un papel importante.
Para materializar dichos cambios podemos utilizar estrategias basadas en la formación experiencial, que se centren más en hacer y experimentar que en “escuchar” a un formador y que permita un alto grado de participación.
Recuerda que, como comentamos en un post anterior sobre la preparación de la semana de la seguridad, los adultos nos sentimos más motivados cuando el aprendizaje se centra en la resolución de problemas y se enfoca a situaciones reales, es decir, a experiencias. Por ello, desde PrevenControl llevamos años apostando por un modelo formativo basado en el modelo de aprendizaje de Kolb que es capaz de aprovechar la experiencia en las “aulas” para generar transformación en las personas y los grupos.
 Boom, juego para la formación en extinción de incendios |
Respecto a la participación, sobre todo si la formación es impartida y monitorizada de manera correcta, nos ayudará a buscar soluciones compartidas y desarrolladas por todas las personas implicadas, creando espacios de aprendizaje mutuos para la mejora de la seguridad y salud. Además, nos permitirá conocer los puntos débiles en el conocimiento de nuestro personal.
Lo que acabamos de exponer nos lleva directamente al último tema que queremos destacar para ayudar a conseguir el máximo beneficio a la formación de reciclaje. La monitorización y el análisis de los datos del conocimiento retenido en las acciones formativas.
Monitorización del conocimiento retenido
La monitorización adecuada de las sesiones formativas nos ayuda a programarlas y a dotarlas de contenidos más personalizados. Además, es indispensable para justificar, interna y externamente, los resultados de las acciones formativas, permitiendo a la vez medir los resultados de una forma rápida y casi automática.
Esta monitorización se puede llevar a cabo en las diferentes fases de las acciones formativas, para generar indicadores de desempeño y determinar las necesidades formativas personalizadas, tanto a nivel individual como por departamentos. Veámoslo aplicado a las diferentes fases.
Extracto de la monitorización de contenidos de uno de los juegos incluido en el GameChallenge
Al inicio, podemos apoyarnos en soluciones tipo juego, como el Game Challenge, que nos permite establecer los conocimientos de los que disponen las personas. Si podemos demostrar a través de estas preguntas en formato competición, que un empleado/a tiene conocimientos perfectamente adquiridos y frescos sobre emergencias, por ejemplo, ¿para qué volver a formarlo sobre algo que ya sabe y generar desmotivación?
A lo largo de las acciones formativas, para ver cómo vamos avanzando y en qué contenidos debemos incidir para mejorar los resultados en tiempo real. Para ello podemos optar por soluciones como los Escenarios 360 que nos permiten monitorizar fallos y aciertos, mientras que las personas asistentes a la formación practican los conocimientos adquiridos seleccionando ciertos elementos y recibiendo feedback y mensajes complementarios como recurso didáctico para reforzar el aprendizaje.
Al final, optando por soluciones gamificadas como de las que ya hemos hablado, para medir los resultados finales de aprovechamiento del curso individual de una manera diferente, sin tener la apariencia de un examen final.
Esperamos haber ayudado a poner un poco de luz en cómo mejorar la formación de reciclaje, haciéndola más dinámica y personalizada, para el alumnado y utilizando herramientas de monitorización y análisis del conocimiento adquirido, para ajustar los contenidos y justificar las acciones a través de la medición de resultados. Si tienes interés en saber más sobre el tema o quieres que te ayudemos en algún caso concreto, contacta con nosotros.
