Todos los estudios realizados apuntan a que la participación de los trabajadores es clave en la cultura preventiva de una organización. Y hablamos de participación a todos los niveles: la realización de una formación dinámica y participativa, que además sea una formación encaminada a capacitar a los trabajadores para asumir responsabilidades preventivas en su trabajo, la información y consulta sistemáticas con los afectados sobre decisiones relacionadas con la prevención, el funcionamiento de mecanismos de recogida de informaciones y sugerencias, etc, más allá de la participación de la representación de los trabajadores, por supuesto.
La responsabilidad de la identificación y evaluación de riesgos recae normalmente en profesionales externos (Técnico de Prevención de Riesgos) o personas/departamentos internos. No obstante, es de vital importancia que todas las personas de la organización se involucren en el proceso ya que son los que mejor conocen los trabajos llevados a cabo.
Y es importante tener muy claros los beneficios de hacerlo así:
- La implicación de todos los niveles de la organización en la identificación de los riesgos, las propuestas para su control y el feedback contribuyen a que el personal sienta como “propios” los procedimientos preventivos.
- Hacemos participar de verdad, lo que genera un vínculo emocional (porque es un reconocimiento, a todos nos gusta ser escuchados)
- Disminuyen las excusas respecto de que aquella “no es nuestra empresa” o que no se han valorado tales riesgos
- Conocemos la percepción de los trabajadores hacia los riesgos
- Obtenemos ayuda para valorar y cuantificar el riesgo
- Conseguimos una mayor comprensión y aceptación de las medidas preventivas
Una evaluación de riesgos participativa nos ayudará, por tanto, a conocer mejor cómo se está llevando a cabo el trabajo (tanto el prescrito como el real), y motivará mucho más al personal al verse empoderado aportanto su visión sobre su puesto de trabajo.
Cuando muchas veces nos preguntan cómo puede evolucionar la cultura preventiva de una PYME, éste puede ser uno de sus primeros pasos. Realicemos evaluaciones participativas.
Es especialmente significativo e interesante el ejemplo de la compañía Rossignol, que en su día optó por iniciar un cambio en su gestión de la seguridad y salud basado en la implicación del personal, empezando por realizar una nueva evaluación de riesgos más adaptada a la realidad. Se constituyó un equipo de trabajo en el que se implicaron un gran número de trabajadores y realizaron ellos mismos la evaluación de riesgos atendiendo a las secciones, actividades y tareas concretas desarrolladas en la planta, con la ayuda del técnico de prevención de riesgos laborales de la empresa. El fruto fue una evaluación de riesgos adaptada a sus necesidades, con gran contenido gráfico, que todos entendían y que reflejaba la realidad de la empresa. Se realizó una edición de la evaluación de riesgos en formato libro, muy manejable que estaba disponible en los puestos de trabajo.
Esta acción activó el compromiso de mandos y trabajadores, se comenzó a hablar de la seguridad como algo importante para todos. Se definieron objetivos de seguridad y salud reales, de forma que fueran asumibles y su consecución motivara al grupo, “hacer siempre un poco más”. Un muy buen ejemplo de participación en la evaluación de riesgos cuyos beneficios podéis ampliar en este caso de éxito.
