Factores clave para una cultura preventiva exitosa
Una cultura preventiva sólida no se construye de la noche a la mañana. Requiere esfuerzo sostenido, compromiso y, sobre todo, la implementación de prácticas que empoderen a las personas y generen entornos de trabajo seguros. A continuación, te presentamos los factores clave que deberían trabajar los departamentos de prevención para ayudar a cualquier organización a desarrollar una cultura preventiva exitosa.
1. Aprendizaje práctico y colaborativo
Una de las formas más efectivas de crear una cultura de seguridad es a través del aprendizaje práctico. Este enfoque se basa en la premisa de que los empleados pueden enseñarse unos a otros a medida que surgen oportunidades de aprendizaje en el lugar de trabajo. Aprovechar las relaciones entre pares permite una transmisión de conocimiento más directa y natural, lo que fortalece los lazos entre trabajadores y mejora su capacidad para reconocer y responder a riesgos.
2. Empoderamiento de las personas
El empoderamiento es clave para cualquier cultura preventiva. Se trata de capacitar a los empleados para que identifiquen obstáculos en su entorno de trabajo y tomen decisiones adecuadas para superarlos. Cuando los empleados son capaces de anticipar riesgos y actuar de manera preventiva, contribuyen activamente a la seguridad de toda la organización.
Para lograr esto, es fundamental que la compañía defina claramente los comportamientos deseados y cómo responderá cuando estos se produzcan. De esta manera, se fortalece la cultura de seguridad y se brinda a los trabajadores las herramientas necesarias para actuar de manera autónoma y responsable.
3. Propósito: Recordar la misión de la organización
El propósito organizacional es un factor poderoso que puede aumentar la motivación de los trabajadores. Recordar a los empleados por qué existen las medidas preventivas, y cómo su trabajo impacta en la misión global de la organización, genera un sentido de pertenencia y compromiso. Un equipo motivado y consciente de su propósito tiene más probabilidades de adherirse a las políticas de seguridad y promover una cultura preventiva.
4. Gestión de la seguridad a largo plazo
Como señala el experto en seguridad James Reason, la gestión de la seguridad no debe centrarse únicamente en el control directo de los incidentes. En su lugar, es necesario enfocarse en los procesos subyacentes que permiten identificar y abordar riesgos. Esto incluye la mejora continua en áreas como el diseño de instalaciones, la capacitación, el mantenimiento, la comunicación y la planificación.
El objetivo final no es eliminar por completo los accidentes, sino alcanzar un estado de resiliencia organizacional en el que se minimicen los riesgos y se mantenga un entorno de trabajo seguro de manera sostenible.
5. Quick Wins: Logros rápidos y sostenibles
Una estrategia a largo plazo no implica que no se puedan celebrar pequeñas victorias en el camino. Los quick wins, o logros rápidos, son metas a corto plazo que generan un impacto positivo inmediato. Estos logros permiten mantener la motivación y el impulso en la implementación de un programa de seguridad. Al alcanzar pequeñas metas, se generan recompensas inmediatas que refuerzan el compromiso de los empleados y fomentan la continuidad del programa.
6. Abordar problemas menores de forma inmediata
Una cultura preventiva exitosa se construye sobre la base de la acción inmediata frente a problemas menores. Los incidentes que pueden parecer insignificantes deben tratarse de manera eficaz antes de que se conviertan en riesgos mayores. Establecer un entorno donde los problemas se aborden rápidamente mejora la percepción de seguridad entre los empleados y reduce el riesgo de incidentes graves.
7. Inteligencia emocional y cultura justa
El factor más importante en la creación de una cultura preventiva es el clima emocional y la justicia organizacional. Los estudios han demostrado que la calidad de un entorno laboral depende en gran medida de la armonía entre sus miembros. Para que una cultura preventiva sea efectiva, los líderes deben fomentar un ambiente de confianza y respeto, donde los trabajadores se sientan valorados y seguros para comunicar problemas o sugerencias sin temor a represalias.
Un buen líder en seguridad sabe cómo construir este clima de armonía y confianza. La inteligencia emocional es una habilidad crucial para gestionar equipos que trabajen en entornos preventivos. Además, una cultura justa asegura que las decisiones se tomen de manera transparente y equitativa, lo que refuerza la confianza en el liderazgo.
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