Tal y como queda recogido en el Real Decreto 39/1997, de 17 de enero, por el que se aprueba el Reglamento de los Servicios de Prevención “la evaluación de los riesgos laborales es el proceso dirigido a estimar la magnitud de aquellos riesgos que no hayan podido evitarse, obteniendo la información necesaria para que el empresario esté en condiciones de tomar una decisión apropiada sobre la necesidad de adoptar medidas preventivas y, en tal caso, sobre el tipo de medidas que deben adoptarse“, quedando también recogido la necesidad de tener en cuenta la información recibida por el equipo humano para llevar a cabo este proceso de evaluación.
¿Pero además de en este paso inicial de recogida de información sería conveniente involucrarlos todavía más en el proceso de evaluación de riesgos?
Tal y como se explicita en un excelente artículo publicado por el Campbell Institute bajo el título “Risk Perception: Theories, Strategies, and Next Steps“, entender el riesgo y como es percibido por las personas trabajadoras es crucial para crear lugares de trabajo seguros, o dicho de otra manera y como recoge la NTP 578: Riesgo percibido: un procedimiento de evaluación, ¿se puede reducir el riesgo laboral si las diferentes personas y grupos que forman la empresa discrepan al evaluar lo que es arriesgado? Una respuesta optimista a esta pregunta es “difícilmente”.
Imaginemos una situación en que una vez valorados los riesgos por el técnico de prevención y por el equipo humano tuvieramos el siguiente resultado:
Desde un punto de vista técnico, la recomendación hacia el empresario sería atacar los riesgos 1 y 2 ya que son aquellos que han sido valorados como riesgos altos, sin embargo, para las personas trabajadoras estos riesgos no son percibidos como de una gravedad significativa, siendo por contra el riesgo 5 aquel que les causaría mayor preocupación aunque este haya sido valorado técnicamente como un riesgo bajo. Si la acción prioritaria del empresario fuera el establecimiento de las medidas correctoras para reducir o eliminar los riesgos 1 y 2, ¿lo entenderían las personas trabajadoras? ¿Podría llegar a ser incluso esta acción sin más contraproducente?
Pongamos otro ejemplo, en una situación en la que las personas percibieran sistemáticamente los riesgos muy por debajo de la valoración técnica ¿qué sería más efectivo, llevar a cabo acciones para, por ejemplo, mejorar la seguridad de la maquinaria, instalaciones, etc., o acciones para mejorar otros aspectos relacionados con la cultura preventiva de la organización?
Y ya por último, si compararamos la percepción de un mismo riesgo por diferentes mandos intermedios ¿no nos podría estar dando información del porqué en una sección específica dentro de una empresa o en diferentes centros de trabajo hay una accidentabilidad mayor? ¿Los mandos intermedios 5 y 7 serían los adecuados para gestionar un equipo bajo el prisma de la seguridad y salud?
Nuestra experiencia indica que, profundizar en la valoración que sobre los riesgos tienen las personas trabajadoras relacionándolo con otra serie de variables e información, es una herramienta muy interesante para dar respuesta a las preguntas planteadas y a otras, y por tanto, para la implementación de medidas eficientes encaminadas a mejorar los resultados de la gestión de la seguridad y salud de una organización.
