Los 7 pecados capitales de la medicina del trabajo (a juicio de un no médico)

Tiempo de lectura: 4 minutos

La semana pasada asistí a un seminario sobre medicina del trabajo en España en la que se presentó una radiografía de la situación actual, y las propuestas de futuro.

Me sorprendió (y así lo manifesté), que nadie se planteara una posible reformulación de esta disciplina que, a mi modo de ver, está en la UVI camino de la UCI.

Estamos en cifras que rondan el 30% de trabajadores que se someten a examen médico sobre el total de trabajadores , un porcentaje que ha caído estrepitosamente en los últimos años a raíz de la crisis, y todo ello teniendo en cuenta que existe un notable número de empresas sin cubrir la especialidad de medicina del trabajo así como un gran número de autónomos que tampoco tienen la obligación legal ni la cultura de “vigilar su salud”. Estaremos por tanto, entre un 15 y un 20% real sobre el total de la población activa que se somete a reconocimiento médico.

Ya sabemos que el reconocimiento médico no es ni mucho menos la única actuación individual o colectiva que se puede o debe hacer en medicina del trabajo, pero por ahora es de la que tengo datos y la más utilizada. En las grandes corporaciones se ha hecho un trabajo muy importante e interesante, pero el problema sigue siendo la pyme.

Estamos en una situación en la que por un lado la jurisprudencia indica que un infarto es accidente laboral, pero por otro lado te impide hacer un seguimiento de la salud de los empleados en defensa del derecho a la intimidad del empleado (especialmente destacable la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Valencia que consideró que no podía ser obligatorio el reconocimiento médico de un conductor de autobus).

Por otro lado y en contraste, empieza a proliferar el concepto de healthy workplace o empresa o lugar de trabajo saludable, que vendría a ser una vuelta de tuerca al concepto de vigilancia de la salud tradicional.

Sin ser médico, en caliente, y a riesgo que medio sector se me tire a la yugular, me aventuro a detallar los que considero principales problemas o pecados capitales de la medicina de trabajo tal y como está concebida actualmente. Sí, podría ser mucho más políticamente correcto, pero para eso ya están las jornadas donde normalmente todo es maravilloso. Pero creo que la realidad es otra.

      1.  No hay cultura preventiva: Se debe mejorar en la mayoría de las empresas la cultura preventiva de empleados y empleadores. Como decían el otro día, podemos vigilar y poner medidas para hacer frente a un problema acústico en la empresa, pero si después el empleado está trabajando con auriculares y música a un alto volúmen, de poco servirá todo lo que podamos hacer.
      2. Problema de confianza en los servicios médicos:  Uno de los principales motivos que se argumenta para no someterse a reconocimiento médico es el del derecho a la intimidad. Comentándolo con un compañero nos preguntábamos: ¿Significa ello que se tiene la presunción de que el resultado de las pruebas médicas será revelado por el equipo de facultativos? ¿No es ello un ejercicio de presunción de culpabilidad sin fundamento? ¿No se confía en los servicios médicos? Y como digo siempre: ¿Qué ponemos por delante, el derecho a la intimidad del empleado o el derecho a la vida del resto de empleados y/o ciudadanos?
      3. Sistema actual confuso y nada sólido: La no obligatoriedad de someterse a reconocimiento médico combinado con la utilización de los denominados certificados de “aptitud”, han construido un sistema perverso en el que nos podemos encontrar perfectamente con gran cantidad de potenciales “no aptos” que están trabajando con total tranquilidad. Es público y notorio que hay gran cantidad de trabajadores que estando realmente mal, renuncian a realizar el reconocimiento médico por miedo a que le puedan dar una no aptitud o una aptitud con restricciones o condicionada. Estamos invirtiendo, por tanto, en examinar empleados sanos (las cifras así lo demuestran).
      4. Falta de autoridad del médico del trabajo: Frecuentemente nos encontramos en situaciones de trabajadores de baja médica a los que la Seguridad Social les da el alta pero el Médico de Empresa considera que aún no están aptos para llevar a cabo su trabajo con total seguridad para su salud (un recién operado de hernia discal que debe reincorporarse a un trabajo que requiere un esfuerzo físico importante). En estas situaciones el médico de empresa puede emitir un informe pero no por ejemplo cursar la baja médica, con lo que su autoridad está totalmente mermada a mi modo de ver.
      5. Dificultad de emitir Estudios epidemiológicos en microempresasLa media de empleados por empresa en España es de 4,9. El 95,5% de empresas en España son micropymes, con todo lo que representa ello para la vigilancia de  la salud. ¿Cómo hacer un estudio epidemiológico fiable y representativo en una empresa de 3 empleados? ¿Cómo guardar confidencialidad en estas situaciones? La LPRL no ha previsto estas situaciones y han pasado la patata caliente a los servicios de prevención, que pueden ser culpables de muchas cosas pero no debemos perder de vista el origen del por qué se ha llegado a un mal servicio.
      6. Normativa que mide calidad de forma cuantitativa no cualitativa: El sistema de ratios diseñado para garantizar una supuesta calidad de los servicios de prevención se ha sustentado sobre una presunción de que si atendemos a un número limitado de trabajadores, haremos bien nuestro trabajo. A tanta cantidad, se le presupone la calidad. Pero ello no tiene porqué ser así, y de hecho no lo es. Midamos la calidad y no la cantidad. Tampoco es lógico que los ratios vayan a cuenta de los trabajadores concertados y no los pasan por los centros médicos, teniendo presente que sólo un 30% de los concertados se someten a reconocimiento. Ello va en detrimento de la calidad, en vez de fomentarla, porque se deben mantener estructuras artificialmente sobredimensionadas. Además de la guerra de precios entre SPA que provoca.
      7. Ineficiencia del sistema: Promoción de la salud versus vigilancia de la salud: El sistema es extremadamente ineficiente y se invierten cantidades ingentes de dinero en examinar a trabajadores presuntamente sanos. Se invierte una gran cantidad de dinero en “limpiar sobre limpio” que bien podría ser utilizada en favor prácticas saludables para los empleados. No invertir en detectar, sino en prevenir.

El futuro pasa por superar el concepto de vigilancia de la salud, que tiene unas connotaciones negativas ya de entrada por etimología, y avanzar hacia la inversión en el puesto de trabajo o las empresas saludables, y el reconocimiento médico selectivo en función de la edad y el sector, estableciendo una distinta periodicidad también en función de estos parámetros. En otras palabras, ganar en eficiencia y en eficacia.

La tarjeta sanitaria laboral que fomenta la CEOE o la historia clínica única pueden ser también soluciones para ganar eficiencia, pero siempre que sea el empleado el que autorice su utilización a través de un aplicativo, como tengo entendido que se está empezando a trabajar en los EEUU.

Una redefinición del concepto de accidente de trabajo y de enfermedad profesional se albira asimismo como crucial, así como una mayor colaboración entre administración y empresa.

¿Qué soluciones crees que pueden devenir útiles y eficientes?

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