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En las conferencias basadas en mi experiencia plasmada en el libro: “Cero Accidentes. ¿Una Utopía?” acostumbro a hablar de la humildad como virtud fundamental para conseguir un cambio cultural positivo en seguridad y salud.
Según la real Academia de la Lengua Española humildad es, en una de sus acepciones (hay otras): “virtud que consiste en el reconocimiento de las propias limitaciones y debilidades y en obrar de acuerdo con este conocimiento”.
En mi punto de vista y vinculada a la seguridad y salud subscribo la primera parte de la definición. No todos somos capaces de ser conscientes de nuestras limitaciones y el conocimiento de ellas es fundamental para saber cómo abordar las problemáticas que la vida profesional te plantea cada día. Como, insisto, nos referimos a seguridad y salud, la segunda parte de la definición se me queda corta. La humildad debe de servir para ser conscientes de que no lo podemos saber todo, que por mucha experiencia que se tenga, todos tenemos nuestro techo. Lo que debemos de hacer, en mi opinión, no es limitarnos a “obrar de acuerdo con este conocimiento de limitaciones”.
Hemos de buscar la ayuda de los que han roto estas limitaciones y han sabido ir mucho más lejos que nosotros. De los que han aprendido y han sabido aplicar nuevos conocimientos para mejorar los resultados, trabajando la prevención de forma distinta, para conseguir la reducción de la accidentabilidad de los centros de trabajo de los que eran responsables.
Debemos de ensanchar al máximo nuestra red de contactos (eso que llamamos hoy el networking) para tener la posibilidad de apoyarnos y de aprender de los que tenían la misma problemática que nosotros y que supieron superar la situación con éxito, o incluso a veces con fracaso para saber lo que debemos o no debemos de hacer. Las redes sociales nos facilitan mucho esta labor, ahora el mundo es más abierto y con más posibilidades de búsqueda de información y formación.
Hoy en día está de moda la creatividad, la innovación, la originalidad, pero desgraciadamente el tiempo es escaso, el margen dado para la solución es cada vez menor y los operacionales carecen del tiempo para olvidarse del día a día y pensar sólo en el cambio futuro. Si ya está inventado, no intentes reinventarlo, ya será motivo de satisfacción el aplicarlo, adaptándolo y mejorándolo en función de las necesidades reales dentro de las peculiaridades de cada cultura de empresa, y de forma natural llegará a ser distinto y novedoso, alcanzando la meta de la creatividad.
El ser humilde no quita poder sentir un sano orgullo del trabajo bien hecho. Volvamos a la Academia de la Lengua. Orgullo (en su primera acepción): sentimiento de satisfacción por los logros, capacidades o méritos propios, o por algo en lo que una persona se siente concernida.
Así pues, el ser humilde y aprender de los demás, no quita el orgullo del trabajo bien hecho, especialmente en prevención donde el objetivo final es velar por la Seguridad y la Salud de las personas. ¡Qué buen oficio!